domingo, 23 de marzo de 2014

Resurgir como el ave fenix

Una conocida me dijo que me había oído hablar sobre caer al pozo, salir de él y demás y no comprendía qué significaba. Le respondí que si no lo entendía, era porque seguramente nunca había caído en él.

Caer al pozo significa hundir, sentir que no merece la pena luchar porque todo lo que te rodea te da asco, miedo o inseguridad.

No me considero una persona depresiva pero sí una persona que ha pasado por malos momentos y que ha tenido la sensación de que la mejor opción era abandonar, abandonarse a sí misma y todo lo que te rodea. Por suerte, buena suerte, a lo largo de mi vida he estado rodeada de gente con gran corazón que me ha enseñado el verdadero significado de la frase "luchar con garras y dientes".

Recuerdo especialmente el caso de Jokin, un joven que ahora tendría un año más que yo, que se suicidó en 2004, poco antes del comienzo escolar, porque sufría acoso escolar. Recuerdo bien ese caso, yo iba a empezar en un nuevo instituto en pocos días, despues de una mala racha en el colegio. Ese cambio me daba miedo, era un mundo totalmente nuevo para mi y temía que me hicieran daño, como le hicieron a Jokin. Pero tomé una decisión, me prometí a mi misma ser fuerte, luchar todo lo que pudiera para ser valiente y no sufrir, me prometí que sería feliz y, si lograba cumplir con todas estas promesas, se lo dedicaría a este chico para que, desde ahí arriba, él tambien se sintiera participe de mi felicidad.
Esa fue la primera vez que decidí salir del hoyo antes ni siquiera de caer en él. Pero otras veces sí me he llegado a caer, realmente no sé si caía o me tiraba de cabeza. Porque en el hoyo solo te oyes a ti mismo, aíslandote por completo y eso, realmente no se si propicía la locura o ayuda a asimilarla.
La ultima vez que me precipité al pozo fue hace unos años, cuando tuve que repetir segu ndo de bachillerato, pero no por el hecho de repetir, sino porque de repente me sentí sola, abandonada por el mundo (realmente, fui yo la que dejo abandonado todo a mi alrededor), pequeña y vulnerable. Ese año mi abuela materna enfermó y falleció. Me sentí como una estupida y como una mierda, sentía que mi abuela se había marchado sin tener ninguna razón para sentirse orgullosa de mí. Lo sé, sentí algo completamente absurdo y que espero no volver a sentir nunca.
Pero tras superar el trance, opté por salir de ahí con una fuerza renovada. Volví a repetir segundo porque ese año lo había dejado pasar sin que me importara y comencé el nuevo curso.
Me machaqué mañana y tarde, puse todo mi empeño y enegia y como dice el refrán, "todo esfuerzo, obtiene su recompensa", aprobé. Estudie lo que quise después, además hice buenas amigas, y aunque este año no puedo estudiar lo que quiero, no estoy echando mi tiempo a perder.

Ahora sé lo que es volcar tus energías en algo positivo y que te hace feliz. No me voy a volver a rendir. Siempre resurgiré de mis cenizas y, si puede ser, siendo más fuerte que la ultima vez.


No hay comentarios:

Publicar un comentario